La psicóloga experto infanto juvenil Tamara Alonso Nevado te ayuda con esta entrada a gestionar esta situación con los más pequeños.
Se van acumulando los días en este confinamiento y esto implica más esfuerzo por nuestra parte, para intentar que en nuestro hogar predomine la tranquilidad.
Me gustaría poder ayudarte a reflexionar sobre cómo estas gestionando esta situación tan complicada, que la vida nos ha puesto en nuestro camino, y así poder encontrar pequeñas claves para poder acompañar a nuestros hijos de la mejor manera que podamos.
Reflexiona
Primero, te animo a que te permitas reflexionar: ¿cómo he estado estos días de encierro en casa?, ¿qué emociones he sentido?, ¿qué conductas he realizado?, ¿estas conductas iban en la línea del autocuidado?, ¿en quién me he apoyado?, ¿me he permitido sentir el malestar cuándo ha aparecido?, ¿Qué pensamientos me perturban?, ¿cómo manejo dichos pensamientos?
Si te das cuenta todas estas preguntas están enfocadas en ti. No en cómo han llevado tus hijos este tiempo de confinamiento. ¿Por qué?, porque sólo si tu estas calmado, tu hijo podrá encontrar su calma.
Por eso es tan importante que te centres en ti y en tus emociones para poder hacer un buen acompañamiento.
1. Identifica tu emoción, permítete sentir la emoción sea cual sea, todas son válidas y están para ayudarnos a adaptarnos a esta situación.
2. Una vez aceptada la emoción, respira profundamente y conecta con tu sentir. Si te permites transitar por esa emoción, será más fácil regularla y no dejar que te domine.
3. Es importante que favorezcas la expresión emocional, puede ser apoyándote en un amigo, escribiendo, dibujando… habla contigo sobre ello, háblate con cariño, intentando traducir tus pensamientos en conductas que te ayuden a avanzar en esta situación adversa.
Cuidado con la exigencia hacia ti y hacia los demás
En estos días, hemos recibido muchas alternativas de actividades de diversos profesionales para ayudarnos a entretener a nuestros hijos. Esta ayuda que en un primer momento es muy útil, puede volverse en contra si lo vives desde la exigencia y la culpabilidad, si no llegas a cumplir con tus expectativas. Permite también que tus hijos tengan momentos de no hacer nada, de disfrutar de parar y simplemente ESTAR con ellos, estar presentes en este momento, conectar con ellos, fomentar conversaciones…
Intenta que el momento de hacer sus tareas académicas, no sea una lucha entre vosotros. Los niños y adolescentes son un grupo vulnerable en esta situación de encierro, son los que más necesitan el movimiento libre, explorar su entorno, estar con sus iguales… es cierto que tienen un gran poder de adaptación y seguro que te verás gratamente sorprendido en muchos aspectos por tus hijos.
Por ello, cuando llegue el momento en que muestren su malestar, se frustren, se enfaden intensamente… recuérdate que es totalmente normal que se sientan así, valida sus emociones (“entiendo que estés enfadado” , “yo en tu situación me sentiría igual”), conecta con ellos antes de intentar reconducir la situación, y cuando sientas esa conexión en la que sientas empatía hacia tu hijo, intenta introducirle un mensaje adecuado y buscar un pensamiento que le pueda ayudar en ese momento (“¿qué te parece si nos preparamos algo rico de comer, mientras leemos juntos ese libro que te han mandado en el cole?” , “¿te apetece que después de trabajar 20 minutos, juguemos juntos al escondite?”).
Si ante esto sigue mostrando rechazo, invítale a que sea él, el que busque propuestas, negocia con él. Si no está receptivo, inténtalo más tarde en un momento de calma. Acudir al chantaje, castigo, culpa… lo único que va a hacer es que el ambiente en casa sea más tenso y estresado.
Cuídate para poder cuidar
Esta situación impuesta nos ofrece una oportunidad para parar y conectar con nuestra familia. Prioriza tu salud mental y la de tus hijos.
En este momento es cuando más necesitamos sentirnos queridos y apoyados. En nosotros está el recuerdo que se puedan llevar nuestros hijos de este confinamiento.
Aprovecha esta oportunidad para que tus hijos aprendan a ser resilientes.
La resiliencia es la capacidad que tiene una persona para afrontar y superar situaciones adversas. Para ello tendrás que esforzarte para desarrollar esta capacidad en ti.
Una buena forma de entrenar la resiliencia puede ser hacer ejercicios de gratitud cada día (por ejemplo: durante la cena cada miembro de la familia puede expresar su gratitud hacia alguien, hacia sí mismo o hacia la vida) y también ejercicios de focalización positiva (por ejemplo, antes de acostarnos, decir las cosas positivas que ha tenido el día).
Dales información adaptada a ellos
Protégeles de informaciones innecesarias. El contagio de la enfermedad no debe de ser un tema tabú, pero tampoco el foco de todas las conversaciones. Busca la información de manera privada y comparte con tus hijos lo que consideres adecuado o lo que ellos te pregunten si así fuera necesario.
En muchas familias el dolor está muy presente porque hay familiares enfermos o que han fallecido en este periodo. Tus hijos van a ser testigos de este malestar, y es adecuado que reciban una breve explicación sobre la situación real en la familia, y que adaptemos la información y la manera de expresarnos a la edad de nuestro hijo.
Estate disponible para hablar de ello cuando tu hijo lo necesite, no des largas explicaciones pero sí responde las dudas que tengan al respecto.
Pon palabras a tus emociones, eres humana (“mamá esta triste porque el abuelo esta malito”) y estás enseñando a tus hijos que está permitido sentir y expresar emociones.
A la vez, hemos de intentar ser ejemplo de una buena regulación emocional, si las emociones son muy intensas lo más adecuado es buscar un lugar de intimidad para encontrar la calma y comunicarnos con nuestros hijos cuando podamos regular la emoción y no nos sintamos desbordados por ella.
Repítete en momentos difíciles, que irás encontrando la manera de llevar estos días, es una situación que requiere tiempo y paciencia.
Cada día nos abruman muchas informaciones y cada día implica un esfuerzo por nuestra parte de aceptar la situación, volvernos a ubicar, y adaptarnos a los acontecimientos.
Por ello no pongas más carga sobre ti mismo, no fomentes tu parte más crítica y exigente, intenta acudir a tu “yo” más compasivo y cariñoso, cuídate y quiérete mucho.