Hoy he querido realizar mi entrada basándome en un interesante articulo de Wray Herbert sobre la ansiedad social y un reciente estudio que reafirma la importancia de la interpretación sobre la situación estresante así como sobre la psicoeducación , herramienta que empleo con frecuencia en sesión.
Todos experimentamos cierto grado de ansiedad social, pero algunas personas sufren mucho más que otras, y no sólo hablando en público, sino también en citas, entrevistas de trabajo, incluso en charlas coloquiales; cualquier tipo de encuentro social puede ser una fuente de angustia intolerable para las personas con un trastorno de ansiedad social.
Un equipo de psicólogos ha estado explorando la interacción entre el pensamiento, la atención y la respuesta fisiológica en la Ansiedad Social.
Jeremy Jamieson, de la Universidad de Rochester, Matthew Nock, de Harvard, y Wendy Berry Mendes de la Universidad de California – San Francisco , diseñaron dos estudios para conocer aspectos de este trastorno y para demostrar una intervención sencilla que puede disminuir los síntomas desagradables.
Existe la creencia popular de que la respuesta física del estrés ( presión arterial elevada, la frecuencia cardíaca ,etc.) mantenida en el tiempo, perjudicaría la salud pudiendo llegar a provocar enfermedades en el futuro. Pero esto no es del todo cierto.
El estrés puede ser realmente perjudicial para la salud de las personas, pero sólo si ven la situación estresante como una amenaza, lo que sucede si perciben que carecen de los recursos suficientes para hacerle frente.
Por el contrario, si la gente ve una situación estresante como un reto a cumplir, su respuesta fisiológica es diferente, no resultando perjudicial para el organismo.
Estos investigadores realizaron varios estudios. En el primero de ellos usaron un grupo de personas diagnosticadas con ansiedad social y un grupo control (sin ansiedad social). Debían hablar frente a un jurado formado por personas extrañas.
El hallazgo más sorprendente fue que no hubo diferencia significativa entre unos y otros en los resultados de las medidas objetivas de ansiedad: ante la situación de hablar ante un público crítico, ambos grupos mostraban una alta vigilancia y ansiedad.
Se tomaron medidas objetivas así como subjetivas (percepción de los sujetos sobre su propio malestar): Las personas con trastorno de ansiedad social indicaban mayores niveles de ansiedad subjetiva así como sentimientos negativos, pero en las medidas objetivas no estaban en peores condiciones que las personas sin trastorno de ansiedad social en una situación social estresante.
Se realizó un segundo experimento con la diferencia de que a los sujetos se les animaba a reinterpretar su ansiedad como una respuesta adaptativa. La idea era que el cambio de la percepción del estrés podría mitigar la ansiedad.
Y eso es justo lo que encontraron: tanto los voluntarios con ansiedad social como los voluntarios saludables experimentaron una importante mejora en una serie de medidas: Todavía veían hablar en público como algo estresante pero consideraban que tenían más recursos , que estaban en mejores condiciones para hacer frente al estrés social de hablar.
Todavía más, la respuesta fisiológica de las personas diagnosticadas con trastorno de ansiedad social había mejorado realmente llegando a valores normales y saludables.