¿Sumisión o amabilidad?
Si nos limitamos a la teoría, parecen dos conceptos fáciles de distinguir. La realidad sin embargo es más complicada
Me encuentro con frecuencia en sesión con personas encantadoras, super amables y dulces que acuden a consulta por verse involucradas en situaciones difíciles e incluso conflictivas
No necesariamente el conflicto se aprecia desde fuera, sino especialmente se da en su propio ser, ya que con ánimo de ser amables con los demás, con frecuencia se encuentran saltando sus propios límites con la consecuencia directa de su malestar e indirecta de un deterioro de la relación a medio y largo plazo
¿Qué es la amabilidad?
Según la RAE (Real Academia Española), la amabilidad es la cualidad de amable.
Y se entiende por amable alguien digno de ser amado. Afable, complaciente , afectuoso.
La amabilidad es una cualidad maravillosa.
Está muy ligada al bienestar y la paz interior. Produce cambios a todos los niveles, desde los trascendentales a los fisiológicos
Además, no sólo beneficia la relación con uno mismo, sino también repercute en nuestro entorno y la relación con los demás
¿Qué es la sumisión?
Por otro lado, el concepto de sumisión se refiere a la forma de interaccionar según la cual se priorizan las circunstancias, deseos, exigencias del otro a pesar de uno mismo
Esto puede ser más obvio cuando las formas acompañan, es decir, la otra persona se expresa de una forma directamente desagradable.
En estos casos, aunque pueda resultar difícil gestionar la situación, al menos es fácil identificar la actitud invasiva del otro
Una complicación es cuando esta persona no actúa directamente de manera agresiva sino encubierta por gestos amables, o de vulnerabilidad como la queja y la lástima. Sin embargo el objetivo es el mismo: conseguir imponer su criterio a pesar del tuyo
El conflicto
El problema sucede cuando desde esta amabilidad adquirimos equivocadamente una posición sumisa frente a la exigencia de los demás
Esto puede suceder desde una dificultad propia al no localizar que estamos pisoteado nuestros límites o una dificultad del otro al relacionarse desde una posición más invasiva.
Independientemente de ésto, será fundamental:
- Desarrollar recursos para identificar hasta dónde podemos/queremos llegar (las emociones serán nuestras informadoras)
- Desarrollar herramientas de asertividad para poder poner estos límites desde la amabilidad
¿Cómo localizo entonces que estoy siendo sumiso?
No encontrarás esa respuesta en tus acciones, ya que la misma acción desde distintas motivaciones se entenderá como sumisa, asertiva o incluso agresiva
La respuesta está en tu sentir.
Si tu cuerpo te manda emociones de desagrado te está avisando que no quieres hacer aquello que de una manera más o menos directa, y más o menos agresiva se te está pidiendo
¿Cómo se trabaja ésto para poder seguir siendo amable pero sin ser sumiso?
Algo que tenemos que entender y resignarnos es que no siempre se puede ser amable, y no pasa nada
Porque un día te enfades, pongas un límite de manera firme o incluso estés desagradable, no dejas de ser una persona amable.
El primer paso será por lo tanto entender que no podemos ser perfectos, y aún así, somos personas valiosas
Quizá un aprendizaje que va de la mano y que te dará paz, es saber dónde estar y aquellos lugares que no son para ti.
Si por poner límites, defender tu criterio o no acceder a exigencias con las que no estás conforme, se te reprocha o castiga, ese definitivamente no es tu lugar.
No tienes que dejar de ser amable para poner límites. Tienes que saber en qué momento aplicar esa amabilidad.
Cuando alguien te manipula, tu cuerpo te avisa. Escúchate y tómate el tiempo que necesites para dar respuesta.
Sí, puedes pedir tiempo al igual que el otro puede volcarte sus exigencias.
Una vez entiendas que no quieres acceder a su petición, es el momento de poner límites y para ello existen las herramientas de asertividad.
Es en este contexto cuando tu amabilidad debe aflorar, poniendo esos límites con consideración y empatía.
No somos amables por acceder a las exigencias del otro. Somos amables cuando poniendo un límite, nos esforzamos en ser considerados con el sentir de los demás.
¡Atentos! Esto NO implica que la otra persona necesariamente se lo tome bien, pero:
✔️ Tu responsabilidad es poner límites desde la amabilidad.
❌Tu responsabilidad NO es que al otro le gusten esos límites
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