Imagina una persona que se encuentra realizando alguna actividad cotidiana cuando repentinamente comienza a sentir un gran malestar, el corazón se acelera drásticamente y siente como el aire no llega a sus pulmones. Se asusta enormemente y piensa que algo grave le sucede, puede que piense que está sufriendo un infarto o incluso que va a morir.
Inmediatamente se dirige a un hospital o centro de salud, alarmado por estos síntomas y es entonces cuando el profesional que le atiende le explica que ha sufrido un ataque de ansiedad.
¿Qué son los ataques de pánico? Síntomas
En el ataque de pánico la persona vive un malestar y miedo intenso y sufre síntomas muy desagradables como son:
- palpitaciones
- sudoración
- temblores
- sensación de ahogo
- opresión en el pecho
- náuseas
- mareos
- sensación de irrealidad o de estar separado de uno mismo
- miedo a perder el control
- miedo a morir
- hormigueos
- sofocos
- escalofríos
En definitiva, el cuerpo sufre una tremenda activación por los altos niveles de ansiedad pero no corre un riesgo real para la vida.
Esto se conoce como ataque de pánico, crisis de ansiedad o ataque de ansiedad.
¿Por qué tenemos esta respuesta ante la ansiedad?
Se trata de una respuesta ancestral: nuestros antepasados ya evitaban al depredador o se preparaban para la huida si se lo encontraban de frente. Era un peligro que conllevaba un riesgo real.
En la actualidad , son pocas las ocasiones en los que nos enfrentamos a un riesgo real y cuando sucede así, la respuesta de ansiedad es muy adecuada, por lo que no lo vivimos con malestar. Por ejemplo, si veo que una persona muy enfadada se dirige a mi empuñando un arma, mi corazón se acelerará y mis piernas y brazos se tensionarán para que yo pueda salir corriendo. Tardaré un rato en recuperar el ritmo de la respiración pero pensaré satisfecho que habrá merecido la pena al haberme salvado de una trifulca segura.
Pero por otro lado, la gran mayoría de los miedos (las fobias) se desarrollan hacia peligros no reales, estímulos que en principio no suponen un riesgo para mi (hablar en público, montar en avión, comprar en un centro comercial donde hay mucha gente..) pero la respuesta de nuestro cuerpo, sigue siendo la misma:
Se acelera el corazón, los pulmones también aceleran su funcionamiento para llevar el oxígeno a piernas y brazos en lugar de al cerebro, etc. y esta respuesta del cuerpo no me ayuda en absoluto a hacer bien el examen, a hablar bien en público o a terminar las compras de navidad. Es más, boicotea totalmente mis probabilidades de éxito.
Trastorno de pánico: cuando no se trata de un episodio aislado.
Lo que ocurre en los trastornos de pánico es que el primer ataque genera tantísimo miedo y malestar, que la persona que lo sufre desarrolla “miedo al miedo”, miedo a volver a sufrir un ataque de pánico.
Mi cuerpo responde con ansiedad ante los signos de ansiedad, por ejemplo, noto que mi corazón se acelera, esto me asusta enormemente y al asustarme, mi corazón se acelera todavía más.
Lo que antes no producía ninguna reacción de miedo e incluso ni siquiera se percibía, ahora se entiende como una señal de peligro y además ahora le presto muchísima atención a estas señales haciéndolas más visibles.
Frente a otros miedos como el miedo a las alturas, a animales, etc, en el caso del trastorno de pánico desarrollo miedo a las señales de mi propio cuerpo, un cuerpo que está en constantes cambio: la digestión, ritmos biológicos, dolores de cabeza, frío, cansancio, calor,
Es evidente que no podemos huir de nuestro cuerpo así que algunas personas intentan evitar situaciones donde creen que puede aparecer la ansiedad pero lo que en realidad se consigue es la reducción drástica de actividades y el aumento de la tristeza y desánimo, y además, no siempre se evita la aparición de la ansiedad.
¿Porqué se mantiene el miedo? Consecuencias de evitar enfrentarme al miedo.
Recuerda la distinción entre el miedo a un peligro real y el miedo a un riesgo no real. Cuando el miedo aparece ante un peligro real, la respuesta lógica y saludable será el escape o la evitación. Sin embargo, cuando el riesgo no es real, lo que interesa es que este desaparezca.
El miedo desaparece enfrentándolo. Evitarlo, escapar del miedo solo supone que este se fortalezca, que el malestar sea cada vez más intenso, ocupe más espacio en mi vida, me limite más y también a mi felicidad. Mientras él crece, yo menguo.
Sólo al enfrentar el miedo descubro que no es tan fuerte ni tan malo. Sólo al enfrentarlo descubro y desarrollo herramientas para superarlo.
Beneficios de ir al psicólogo
El psicólogo te ayudará a comprender qué es la ansiedad, qué síntomas ansiosos sufres tú, te ayudará a enfrentarte a estos miedos y desarrollar herramientas y estrategias para hacerlo. Te animará a retomar aquellas actividades y espacios de tu vida que habías ido limitando por el miedo.
A nadie le gusta enfrentarse al miedo, es algo que no resulta agradable, pero es la forma más eficaz y la única real de vencerlo.
Felicitate cuando decidas hacer esa llamada a tu psicólogo, será el primer paso en tu lucha y tu propia superación.